Está estrechamente relacionada con la formación del autoconcepto y la autorrealización, por lo que resulta vital que los pequeños la desarrollen.El estímulo de la inteligencia emocional en los niños les permite interactuar de forma respetuosa, empática y tolerante con los demás y, con ello, ir construyendo una sociedad cada vez más saludable emocionalmente.
Pero, ¿qué entendemos por inteligencia emocional? Es el conjunto de destrezas, actitudes, habilidades y competencias que marcan la conducta de un individuo, su comportamiento y reacciones. En este sentido, Daniel Goleman, reconocido psicólogo estadounidense, la define textualmente como “la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los de los demás, de motivarnos y de manejar adecuadamente las relaciones”.
La inteligencia emocional en los niños está estrechamente relacionada con la formación del autoconcepto y la autorrealización, por lo que resulta vital que los niños la desarrollen. Asimismo, la UNESCO incluyó como pilares de la educación los aprendizajes ligados al conocer, ser, hacer, vivir juntos y transformarse.
Fomentar este tipo de habilidades emocionales en los niños les permite interactuar con los adultos, conceptuando y entendiendo tanto sus propias emociones como las de los demás.
Dentro del salón de clases y a nivel de objetivos educativos, actualmente nos encontramos en un periodo de transición de las metas educativas centradas exclusivamente en el conocimiento, hacia otras metas donde se incluyen una serie de competencias que mejorarán, en gran medida, el “perfil” de la humanidad. Las implicaciones de la inteligencia emocional en el desempeño escolar de un niño son indiscutibles. Para que el niño potencialice sus competencias, debemos promover ambientes emocionalmente sanos y, para lograrlo, es necesario partir de metodologías educativas que visualicen al niño como un ser integral.
¿Cómo despertar la inteligencia emocional de un niño a temprana edad?
Durante la primera infancia, es vital ir formando al niño en relación a valores fundamentales como el respeto y la empatía. En este sentido, es importante “entrenar” al pequeño en la visión empática, para lograr que tenga la capacidad de entender y llevarse bien con los demás.
Asimismo, el promover en los niños aspectos como la asertividad, la seguridad en sí mismos y la capacidad de comunicarse de forma efectiva, resultan fundamentales en el desarrollo emocional de un niño.
Cuando hablamos de un niño asertivo, nos referimos a un niño con una emocionalidad sana que es capaz de expresar su opinión y defenderla; capaz de decir “no” y no sentirse culpable por ello. Por otro lado, un niño seguro de sí mismo, es capaz, emocionalmente, de afrontar críticas, comentarios negativos, así como comentarios de otros; es decir, sabe lo que es y de lo que es capaz. Y, respecto a la comunicación, la inteligencia emocional parte de la idea de que el niño tenga la capacidad de “conceptualizar” sus sentimientos y sus emociones y expresarlas de la mejor forma.
Psic. Carlos Armando Ávila Cota
Consultor Pedagógico de Amco.